
En una entrada recién de su blog, Ed Feser señala una reseña de Tim Crane en First Things sobre un libro nuevo que se llama Neo-Aristotelian Perspectives on Contemporary Science. Los editores del libro son William M. R. Simpson, Robert C. Koons, y Nicolas J. Teh. Este libro—de ninguna manera de nivel principiante—discuta varios temas especializados en la filosofía de la ciencia de punto de vista de los quienes viven en o son inspirados por la tradición Aristotélica. Como nota Feser, la reseña de Crane no es tanto una reseña como una introducción a esta area del pensamiento de parte del lector general, para que responder a la pregunta de porque “Neo-Aristotelian Perspectives on Contemporary Science no es análoga a perspectivos neo-astrológicos sobre astronomía contemporánea.” Feser mismo contribuye un ensayo excelente sobre enfoques aristotélicos para entender la relatividad especial, y en su entrada de blog anuncia su libro en preparación sobre la filosofía de la naturaleza, intitulado Aristotle’s Revenge (La venganza de Aristóteles, qué libro todos quieren leer). De hecho, las exigencias encontrado cuando se piensa profundamente en la ciencia moderna son las mismas oportunidades que el Estagirita toma para su venganza.
Un pasaje notable en el ensayo de Crane que subraya este campo de oportunidad abierta al filósofo aristotélico es lo siguiente:
Aunque ciencia misma no es la metafísica, la metafísica de ciencia es inevitable. Una vez que empezamos teorizar a un cierto nivel de generalidad, no podemos evitar compromisos metafísicos. Por ejemplo, si preguntamos a qué tipos de entidades están comprometidas las teorías físicas, quizás tengamos responder en términos de categorías tradicionales como sustancia, propiedad, objeto, proceso—o especificar categorías nuevas. Este no implica que los físicos deben ser metafísicos, solo que si comienzan con especulaciones metafísicos, tienen reconocer que otros había estado allí antes de ellos y que las cuestiones no son fáciles. (enlace)
Aquí, nota un punto de contención dentro de la filosofía aristotélica de la naturaleza, y especialmente en la filosofía aristotélica-tomista de la naturaleza. Generalidad sólo no basta para una ciencia. Osea, no es verdad que un cierto nivel de generalidad en nuestra pensamiento, de si mismo, garantiza que estamos haciendo la metafísica. Podríamos estar haciendo física por medio de conceptos muy genéricos o podríamos estar practicando lógica o análisis conceptual a través de términos indistintos. Qué hace para una ciencia distinta es un modo diferente en que definamos nuestros términos.
Sin embargo, la pregunta de Crane nos ayuda, porque plantea el tema conocido como dialéctica por Platón, que se trata especialmente de los principios de las cosas. Si la ciencia es eso procediendo de evidencia a través de raciocinacación que llega a una conclusión conocido con certitud o una probabilidad alta, entonces no puede ser el case que la ciencia descubre su propio principio. El arte de dialéctica es eso esfuerzo no-científico y como un ‘desatascando’ para descubrir o encontrar los principios del empeño científico. Este require del científico (o generalmente, del practicante) un grado suficiente de conciencia de sí mismo para de tal manera que pueden reconocer y hallar los limites de sus propios asuntos y su endeudamiento a un fundación mas allá de su propio designio.
Esto no se trate, inmediatamente, con algo metafísico o en relación a la teología natural, sino con algo que, según el orden de nuestra entendimiento, surge de el proceso de descubrimiento. Esto proceso empieza de el fuente de la experiencia comúnmente disponible a la mayoría (el modo cenoscopico del conocimiento, como John Deely lo llamó, reutilizando de cerca un término de Jeremy Bentham) y después se ramifica en las areas de experiencia apropiada y cada vez más privado y especializado, disponible solamente al experto (el modo idioscopico del conocimiento). Esto implica que la filosofía de la naturaleza y no la metafísica precede a las ciencias, si y solo si uno puede filosofar sobre la naturaleza de lo que es común.
El reconocimiento de este hecho, en parte, implica un ejercicio histórico, como señala Crane. Sin embargo, también es un ejercicio filosófico perenne que surge naturalmente, o debería surgir naturalmente, en el intento humano de conocer el orden natural. En la medida en que no ocurre, esto se debe a que la modalidad de instrucción en la ciencia moderna niega esta extensión natural o el deseo natural de la mente de saber. El fruto especulativo del curso de acción más natural y mejor se recupera en gran parte en este volumen.